El Diccionario de la Lengua Española registra tres acepciones para la palabra cornudo. La primera dice textualmente que es el (animal) “que tiene cuernos”. La segunda agrega que se llama de este modo al “marido cuya mujer le ha faltado a la fidelidad conyugal”. Finalmente. La tercera acepción añade que, en Colombia y Cuba, se denomina de esta manera al “pez martillo”.
No existen muchos estudios acerca del origen de este vocablo y los diccionarios no ofrecen muchas luces sobre esta materia. Uno de los pocos libros que investigó la génesis de este vocablo es el del autor cubano José Z. Tallet; en su volumen Evitemos gazapos y gazapitos narra con pormenores la historia de esta locución. Relata que el origen de los cornudos -como esposos engañado por su mujer- se remontaría al siglo 12. En aquel entonces, el emperador Andrónico I Comneno de Bizancio (1122-1185), que era imprudentemente enamoradizo, elegía -para sus reiteradas y apasionadas aventurillas extraconyugales- a las esposas más agraciadas de los funcionarios claves de la corte, una torpeza que ponía en peligro su propia estabilidad.
El monarca estaba consciente de que con su actitud perjudicaba las relaciones que mantenía con sus más fieles servidores y que éstas se podían deteriorar de un momento a otro. Por esta razón, se las ingenió para compensarlos y mantenerlos tranquilos. Cuando enamoraba a la mujer de uno de sus dignatarios más cercanos, con mucha discreción lo convocaba a palacio y lo sorprendía gratamente entregándole, en usufructo, un vasto coto de caza, para su uso exclusivo y el de sus amigos. Además, al marido engañado se le otorgaba el derecho de fijar en la entrada de la propiedad una llamativa cornamenta de ciervo, para advertir que no se podía recorrerla sin autorización del dueño.
Al recibirse la notificación oficial en la comarca, todos sus habitantes entendían de inmediato que el favorecido por esta dispensa real estaba siendo engañado por su esposa y nada menos que con el emperador. Ante esta situación, se guardaba un decoroso silencio público pero, a espaldas del afectado, todos se reían y hacían mofa de su condición de cornudo. De este episodio histórico, cuenta Tallet, habría nacido esta expresión para referirse a maridos cándidos que no se dan cuenta de que sus esposas los reemplazan en los deberes conyugales.
Miguel de Cervantes en su libro La comedia entretenida hace decir a uno de los personajes que los yerros por amores son dignos de perdonar. Lope de Vega estuvo de acuerdo con él y agregó que disculpa dorada tiene cualquier yerro de amor. Los que nunca estarán de acuerdo con estas palabras tan inspiradas son los maridos traicionados, sobre todo cuando escuchan que alguien a sus espaldas pronuncia, casi en susurro, la palabra cornudo y sabe que están hablando de él.
Vía | Blog de Héctor Velis-Meza
martes, 10 de marzo de 2009
Velis-Meza: ¿Por qué a los hombres que los engañan sus esposas los califican de cornudos?
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18:35
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